¿Arquitectura para la educación o educación para la arquitectura?

Un niño juega con otro en el patio de una escuela. La escena explicita la vida en toda su potencia. Las posibilidades de ambos se enriquecen en la socialización de los hábitos y el tráfico de conocimientos y aptitudes.

Todo ello encuentra su razón de ser dentro de una caja arquitectónica, la cual define sus límites en un cuadro FODA siempre atento al análisis.

Porque cuanto menor es la edad de los niños, menos se ha perdido la capacidad de percibir y de ser permeables a los mensajes actuados, o aparentemente escondidos, en el edificio escolar.
Son los adultos quienes, a través del tiempo, por haber desarrollado casi exclusivamente el lenguaje oral y escrito, perdieron la capacidad de leer lo expresado de otra manera.

Todo está dicho en el edificio escolar, solo debe descubrirse…

El patio vacío de una escuela pierde el don de la palabra.

Sin risas, gritos y adrenalida pura, se resume a un grupo de cerramientos en forma de claustro o volcados a la vía pública, como en las escuelas creadas en la década del 70 y 80
en la ciudad de Buenos Aires, cuando desgraciadamente, “todo debía permanecer especialmente vigilado”.

Permítaseme caer en el ejercicio de cierto anacronismo de ejemplos, abrevando en las iniciativas (y los talentos)
de tres profesionales que expresaron ideas en torno a la generación de estímulos dentro de cajas arquitectónicas
dedicadas a la formación de seres humanos reflexivos y libres.
¿El hilo conductor de los casos narrados a continuación?
Bueno, puede ser la sensibilidad de los tres creadores… >>

Margarete Schütte-Lihotzky

Arquitecta.

“Cuando la función ha sido resuelta, entonces el proyecto puede comenzar”, sentenciaba esta arquitecta austríaca en el año 1926.

En 1952 se construyó el jardín de infantes Fröbel, obra surgida del talento de la Arq. Margarete Schütte-Lihotzky. La imagen del edificio destaca una caja ladrillera convencional, propia de la Alemania de postguerra, con grandes techos de cubiertas inclinadas con fuertes pendientes. Lo llamativo del planteo es la directa y generosa relación interior-exterior, invitando al jardín a formar parte del paisaje de los espacios áulicos interiores. En la mirada de la perceptible Margarete, los revestimientos de piedras de los exteriores debían dar lugar a ciudadanos de posguerra que encuentren en el suelo, el verde y el sol, el futuro promisorio. “Cuando la función ha sido resuelta, entonces el proyecto puede comenzar”, sentenciaba esta arquitecta austríaca en el año 1926. Racionalismo y humanidad fusionados en planteos sanitaristas y pedagógicos de notable calidad, donde la escala de los equipamientos se pone a disposición de los infantes.

Margarete señala repetidamente en sus escritos teóricos que los aspectos médicos y educativos tuvieron una gran influencia en sus diseños.
La aparición epidémica de enfermedades infantiles como la difteria y la escarlatina no fue infrecuente en la primera mitad del siglo XX. Para prevenir el brote de epidemias en las guarderías…. SEGUÍ LEYENDO!

Juan Carlos Salas

Arquitecto

El proyecto nace desde el análisis de la percepción y motricidad de los niños.
Acorde a estos parámetros se generan unos espacios interiores, que finalmente se manifiestan en la envolvente exterior.

Los citados preceptos se reiteran en un proyecto del siglo XX, ubicado en Cariñena, Zaragoza, España. El Arq. Juan Carlos Salas amplió un centro educativo dentro de las mismas ambiciones de representatividad en el educando y no en los adultos. El edificio educa a los niños, y también, a los mayores encargados y responsables de incorporarlos a la cultura. Salas apela en este singular proyecto al análisis de la percepción y motricidad de los alumnos. El exterior nuevamente es protagonista, generando las corrientes de aire fresco capaz de oxigenar mentes activas y expectantes, demorando enfermedades de cercanía y ampliando los mandatos de la higiene y seguridad de cuerpos y pensamientos.

Rosan Bosh

Diseñadora

Impulsora de espaciosinnovadores en colegios de todo el mundo, apuesta por cambiar el entorno físico para mejorar el aprendizaje de los alumnos.
Replantear la educación, dice, es urgente.

En Argentina, Rosan Bosch recrea con lúdico respeto el paisaje en la Escuela Escocesa de San Andrés (Buenos Aires, Argentina). En el Kindergarten, los infantes se agrupan en zonas inspiradas en las amplias playas de las Lowlands. El entorno ha sido equipado con superficies acolchadas, dispuestas para estimular el movimiento. El crecimiento del alumno encuentra en las Highlands el territorio de exploración acorde para incentivar su autonomía y responsabilidad. El paisaje de aprendizaje propuesto por Bosch ofrece un entorno diferenciado, el cual potencia tanto el trabajo individual como grupal o acentúa el juego actoral sobre una plataforma capaz de emular la límpida superficie del Lago Ness, sin ningún monstruo a la vista

El edificio escolar actúa recibiendo y emitiendo mensajes, respondiendo a cierta obligación ética por parte de su arquitecto proyectista: Ser “muy educados” y amables con sus usuarios. Estos tres trabajos demuestran el espíritu democrático y esperanzador de la arquitectura. La misma que apuesta a un futuro sostenible de respeto, donde las materializaciones despejen las dudas, en este caso, de los educandos y los inviten amablemente al conocimiento, la socialización y el mañana. La buena arquitectura, aquella puesta al servicio de sus habitantes, fusiona ineludiblemente al proyecto y su construcción. Porque, “Cuando la función ha sido resuelta, entonces el proyecto puede comenzar”.

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